viernes, 15 de febrero de 2008

Sentada


Mi gran amigo Quevedo, me ha propuesto un reto ineludible, pues me ha propuesto algo que para mí resulta dificil por no decir imposible, me ha pedido que escriba un soneto.

Bueno, no soy buena con la poesía, pero lo intentaré, escribiré sobre lo que más no hace daño en el mundo, y es la pérdida del amor, en sí mismo, no de la persona, no del momento, sino del amor propiamente dicho.

A lo largo de los años, la vida me ha enseñado que se pierden muchos amores, el de la niñez, nuestro primer amor, inocente e indoloro, el de la adolescencia, el amor plátonico que queremos que sea, algo más doloroso pero fácil de olvidar, el de un familiar que se marcha, que nos rompe el corazón porque es un amor dulce y tierno que sabemos que no podremos recuperar de ningún modo, y el amor de la persona que hacemos el centro de nuestra vida, a la que amamos, a la que nos entregamos incondicionalmente sin la necesidad de recibir nada a cambio. El amor que nos destruye hasta el borde de la locura, ese que hace salir todo el rencor y la ira que guardamos dentro de nosotros. El amor que nos hace llorar desconsoladamente como cuando eramos niños, ese llanto atronador que nos nace del pecho y nos quema la garganta. El amor que nos haría gritar hasta estallar y convertirnos en espuma de mar. El amor que mata nuestra alma y nos sume en la más profunda soledad.


A menudo, miramos hacia atrás, y recordamos todos esos amores que han pasado por nuestra vida, a veces reimos al recordarlos, pues nos enseñaron a madurar para un siguiente amor. Pero un día, dejamos de mirar al pasado, pues este nos hace daño, nos hace añicos el corazón recordar a esa persona que una vez nos amo hasta la saciedad y después se marchó de nuestra vida sin importar los motivos de esa huida. Es ese momento en el que hay que mirar hacia adelante y tomar un nuevo camino hacia la luz del mañana y espera que el amor vuelva llamar a nuestra puerta, entonces podremos decidir, si la abrimos o ponemos el cartel de cerrado por derribo...





Sentada




Sentada aquí esperaré tu llegada,

sentada aquí esperaré tu partida,

sentada aquí esperaré tan perdida,

que soledad, me encontrarás apagada.




Sentada lucharé con mi espada,

sentada atraparé mi alma ya huida,

sentada, de nuevo más afligida,

sentada aquí, serena, no atrapada.




Una espera que sin ti desespera,

y que con cada paso ya se aleja

de aquel aliento perfido, que espera




que mis lágrimas, liben cual abeja,

tu recuerdo pintado con tempera,

mientras ahora este recuerdo se aleja.



8 comentarios:

  1. Muy Hermoso!!!
    Tienes un don de palabras Geneva.
    Saludos

    -.- JT -.-

    Visita: http://ngon13.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  2. Estoy lejos de ser Quevedo mi querida amiga, pero muchas gracias por el piropo, aunque no me lo merezca, pues don Francisco era un genio y yo nada más que un vulgar aprendiz.
    He de reconocer que has superado el reto con nota y es que de sobra sé que no te gusta escribir en verso y que lo tuyo es la prosa.
    Sin embargo, quisiera decirte que lo has hecho muy bien y que tu poema me ha gustado mucho. Ya sabes que soy tu más ferviente admirador, así que doy la prueba por superada. Je, je ,je.
    Sin embargo, también te digo que lo que más me ha gustado de tu nueva entrada es la introducción que haces, pues en ella expones verdades como puños, pero de una forma muy bella.
    Gracias por hacerme partícipe de tu historia escrita, querida Geneva, pues es un honor poder sentirte como mi compañera.
    Un beso muy fuerte y nos vemos en la próxima huida.
    No cambies nunca y como decía aquél, no llores por no ver el sol, pues entonces las lágrimas no te dejarán ver las etrellas.
    ¡Mucho ánimo, cariño! y felicidades.
    RMM.

    ResponderEliminar
  3. Quiero saber el final de la historia del acantilado pero ya.
    Ja, ja, ja.
    Un beso muy fuerte y todo bien a este lado de la pantalla.
    ¿Cómo estás tú?
    Por cierto, a ver si te das una vuelta por el desván, mujer. Está muy triste sin ti.
    Chao.

    ResponderEliminar
  4. Sigues missing.
    ¡Qué pena!
    Espero que vaya todo bien y ya ves que no me olvido de ti.
    Un beso muy fuerte y te echo de menos.
    Hasta pronto.
    Las vacaciones bien por cierto.
    Chao.

    ResponderEliminar
  5. ¿Huiste para siempre?
    Parece que sí.
    Besos.

    ResponderEliminar
  6. Mi desván ya no es lo mismo sin ti. Está lleno de gente, pero faltas tú. Te echa de menos. Como yo. Un beso enorme, mi reina. Que te vaya bonito.

    ResponderEliminar
  7. Porque por muy oscura que sea la noche, siempre encuentro algo de luz pensando en ti, rememorando encuentros y conversaciones, buen rollo y amistad. Gracias por ser y por estar, Mónica. Ojalá tuvieras más tiempo. Je, je, je. Besos.

    ResponderEliminar
  8. ¿No te duele ya el culete de estar tanto tiempo sentada?
    Je, je, je.
    Te echo de menos. ¿Te lo dije ya alguna vez?
    Besos.

    ResponderEliminar