miércoles, 10 de diciembre de 2008

En un beso...




En un beso, sabrás todo lo que callo.




Es una célebre frase del gran Pablo Neruda, yo humildi desde mi corazón, quiero hacer honor a tan bella y real frase con un pequeño escrito. El beso es algo que a todos nos transporta a un lugar elevado, distante del mundo real. Un beso de amor, apasionado, dulce y sincero, un beso sentido con el corazón y no con los labios... un beso con el que se puede decir tanto sin palabras... un beso para decir te amo sin tener que hablar...


En un beso...



En un beso sabrás, todo lo que callo, mis anhelos y deseos, mis sueños más preciados, pues cada noche te abrazo en mi fantasía, en la que nos amamos con locura, tu risueño y yo en silencio. Cada noche que me ensueño con tu amor entre mis brazos en la que haría un hechizo de agua de luna para que tu amor fuese mio sin reparos.


En un beso sabrás, todo lo que callo, cada lágrima escondida tras un paño de alegría. Pues mi risa que para ti es estimada, para mi es la caricia lejana de la que quiere ser tu amada.


En un beso sabrás, todo lo que callo, un amor que entre tinieblas vive amedrentado. Pues te toco, te abrazo y te acaricio, con el temor de que un día me rompas en mil pedazos.


En un beso sabrás, todo lo que callo, pues este beso que te cedo, no es más que un regalo, y mi regalo más sencillo es un beso solo soñado, pero es un beso que siendo sencillo, encierra el amor de toda mi vida.



viernes, 15 de febrero de 2008

Sentada


Mi gran amigo Quevedo, me ha propuesto un reto ineludible, pues me ha propuesto algo que para mí resulta dificil por no decir imposible, me ha pedido que escriba un soneto.

Bueno, no soy buena con la poesía, pero lo intentaré, escribiré sobre lo que más no hace daño en el mundo, y es la pérdida del amor, en sí mismo, no de la persona, no del momento, sino del amor propiamente dicho.

A lo largo de los años, la vida me ha enseñado que se pierden muchos amores, el de la niñez, nuestro primer amor, inocente e indoloro, el de la adolescencia, el amor plátonico que queremos que sea, algo más doloroso pero fácil de olvidar, el de un familiar que se marcha, que nos rompe el corazón porque es un amor dulce y tierno que sabemos que no podremos recuperar de ningún modo, y el amor de la persona que hacemos el centro de nuestra vida, a la que amamos, a la que nos entregamos incondicionalmente sin la necesidad de recibir nada a cambio. El amor que nos destruye hasta el borde de la locura, ese que hace salir todo el rencor y la ira que guardamos dentro de nosotros. El amor que nos hace llorar desconsoladamente como cuando eramos niños, ese llanto atronador que nos nace del pecho y nos quema la garganta. El amor que nos haría gritar hasta estallar y convertirnos en espuma de mar. El amor que mata nuestra alma y nos sume en la más profunda soledad.


A menudo, miramos hacia atrás, y recordamos todos esos amores que han pasado por nuestra vida, a veces reimos al recordarlos, pues nos enseñaron a madurar para un siguiente amor. Pero un día, dejamos de mirar al pasado, pues este nos hace daño, nos hace añicos el corazón recordar a esa persona que una vez nos amo hasta la saciedad y después se marchó de nuestra vida sin importar los motivos de esa huida. Es ese momento en el que hay que mirar hacia adelante y tomar un nuevo camino hacia la luz del mañana y espera que el amor vuelva llamar a nuestra puerta, entonces podremos decidir, si la abrimos o ponemos el cartel de cerrado por derribo...





Sentada




Sentada aquí esperaré tu llegada,

sentada aquí esperaré tu partida,

sentada aquí esperaré tan perdida,

que soledad, me encontrarás apagada.




Sentada lucharé con mi espada,

sentada atraparé mi alma ya huida,

sentada, de nuevo más afligida,

sentada aquí, serena, no atrapada.




Una espera que sin ti desespera,

y que con cada paso ya se aleja

de aquel aliento perfido, que espera




que mis lágrimas, liben cual abeja,

tu recuerdo pintado con tempera,

mientras ahora este recuerdo se aleja.



sábado, 9 de febrero de 2008

El angel que te guarda


¿Por qué estas derrotado si tu alma aún rebosa vida y amor? ¿Por qué estás abatido si tu corazón aún late por unos labios carnosos que alivien tu dolor?¿Por qué aún lloran tus ojos si tu amada se marchó a otros brazos inexpertos que solo la producirán decepción? Tus alas se han convertido en duras cadenas de acero que no te dejan volar, tu cuerpo inerte y arrodillado se ha dejado arrollar por el inminente desamor, postrandote a las puertas de Hades, pidiendo clemencia para entrar en un reino que realmente no deseas pisar. No sufras más por ese amor, tan esculpido en tu corazón que ahora yace de piedra dentro de una caja de metal. Dejame entrar en ti, deja que mis alas aún bellas y suaves acaricien tu necrotizada alma, deja que mi abrazo de calor a la frialdad de tu esencia apenas ahora humana, deja que mis manos borren con cuidado esa bella musa que en tu mente acunas todavía, la imagen de un sueño obligado a no cumplirse ya jamás.

Deja que me arrodille a tu lado, que palie tan honda pena, que con las palabras que crueles y dañinas te lanzo, cual piedras con mi catapulta verbacea, llene de ira tu espiritu para hacerlo estallar en el olvido de un pasado que azaroso y petulante aún ronda tus noches desvelando los sentimientos bellos y grandiosos que un día el principe que conocí defendía. Deja que acaricie lo más bello de tí, lo que un día me enamoró de un mago de las palabras y el romanticismo, y que me jacto de saber que aún existe escondido tras un muro de piedra que lapida su existencia.


Dejame ser el angel que te guarde, el angel que, condenado a no poder amarte, proteja tu ser, tu amor y tus anhelos. Guarda tus penas en mi, en mi alma de hierro forjado a fuego lento y pesaroso, seré tu caja de Pandora, de la cual jamás saldran los lacerantes recuerdos que en ella guardes. Dejame acallar tu llanto, tu lamento, tu atormentado amor frustrado del que has de separarte, dejame aliviar tu dolor con mis besos amistosos, con mis abrazados producentes para un nuevo atardecer a mi vera.


Dejate adormecer en mi ragazo, que mis caricias dibujen una nueva sonrisa en tus labios, que el tacto de mi piel sosiegue tus ansias de amarla otra vez. Deja que te acompañe en tu lago de sueños perdidos, que reme junto a ti sin reprimir tu llanto, para dejar que las lágrimas que derrames se pierdan en las tenebrosas aguas de esta laguna en la que pronto amanecerá. Mira hacia delante, ya no mires atrás, no recuerdes ya ese reino, ya no lo recuerdes más, pues mis alas cubren tu frío, y deshacen tus alas de metal, para que sean de nuevo esas alas, que un día me enseñaron a mi a volar.


Guarda tus monedas para Caronte, pues ya no te harán falta alguna, pues no pienso dejarte marchar, pues si pasas junto a Hades, no habrá vuelta atrás, y como soy el angel que te guarda, te habré de acompañar.

viernes, 8 de febrero de 2008

Te di la vida entera...


Te di la vida entera, te di mi todo mi ser, viví por ti cada segundo, sin pensar, sin reclamar nada a cambio, y solo obtuve tristera, miseria, penuria y desolación.
Te di la vida entera, guarde mi alma entre tus brazos, entregué mi cuerpo a tus caricias y mis labios rebosaban de besos para ti.
Te di la vida entera y después me la robaste, la hiciste pedazos y la soltaste para que el viento se llevara mi último aliento. Ahora lloro y me lamento frente a tu puerta ya cerrada, bajo una cerradura que ni cien llaves abrirá, treinta años te esperado, y solo un dia para perderte.

Te di la vida entera y ahora camino bajo la lluvia, mi pelo empapado, por las lágrimas de los angeles caidos como yo, se pega a mi rostro mientras busco un camino de salida a este infierno terrenal que tu despedida ha creado a mi alrededor, las ropas mojadas me abrazan, acarician mi piel recordandome cuantas veces nos hemos amado al anochecer mientras la bóveda tiznada de perlas era testigo de cada gemido, que tus fuertes ansias de gozarme, esbozaban de mi voz, casi apagada ahora por la incertidumbre de lo que ya nunca más tendré. Tu amor me hace pezados, tu recuerdo me hace pedazos, tu imagen me hace pedazos.



Te di la vida entera, te la di a ti porque me la pediste, te la di porque te quise y ahora no tengo nada, mi vida la tienes tú, y no te importa destruirla, no te importa despedazarla, no te importa nada.
Te di la vida entera y ahora caigo arrodillada ante el firmamento, y suplico por olvidar que te ame una vez, por borrar cada recuerdo que me atormenta cada noche, por arrancarte de mi vida de una vez por todas. Ojalá fuese más fácil vivir con este amor que tanto daño nos hace, ojalá fuese más fácil no llorar por cada recuerdo que a la mente me viene de ti. Me cuesta tanto olvidar tus besos, tus abrazos, cada detalle que tenías conmigo... como puedo acabar con este amor que me quema por dentro todavía, como puedo dejar de quererte si aún odiandole te sigo amando...


Te di la vida entera, y ahora ya no amanece, la noche eterna embarga mi camino destinandolo hacia un edén taciturno y sobrio, donde los arboles podridos ya no alimentaran mi alma, y en que el un dios injusto y perverso juega a las marionetas desde su Olimpo, alejandome del mundo luminoso que una vez conocí y que tan feliz me hizo sentir, para entregarme al abrazo eterno de Morfeo, en un sueño sin retorno donde solo hay debilidad y dolor.
Te di la vida entera y de nada me sirvió, pues tú, egoista e indolente acabaste con mi estela, rasgando toda ilusión que con devoción había depositado en tu altar.


Te di la vida entera, y ahora que haré yo, si sólo soy una sombra que se difumina sin color, si mi vida ya no es mía, si me la robaste con tu amor...

domingo, 3 de febrero de 2008

Soledad


¿Que es lo que temes, soledad? si a tus pies me tienes postrada mientras los diamantes esculpidos en la negrura del empíreo cubren mi llanto callado, apagado en tu silencio. No temas, que no huiré de tu abrazo pertubador, que mece mi pena ahora tranquila, que emboza mis labios ya secos de palabras perdidas en la cascada de un pasado hundido en la laguna de los sueños no cumplidos y custodiados por tu mano fría.
No temas, soledad, pues jamás vi bestia más desafiante ni ambiciosa, ni tan capaz de hacerse con tantos corazones perdidos en un páramo ténue, receloso y desprovisto de toda esperanza. ¿Quien escapa a tu control?, siempre atenta, siempre cercana, siempre con esa premura ante la infortunada rotura de la flecha de Eros, presta e impávida para sembrar ira en las almas atormentadas, que solo buscan perderse en tu noche.
Bestia inmunda, desoladora y aterradora, todos te temen pero ninguno te abandona, presos de tus garras se adentran en la playa del olvido y la tristeza, a veces su compañera, pero siempre su enemiga. Enigma maldito de las almas, que desesperadas nadan en un mar de dudas y dolores, con delfines de amargura por únicos compañeros, que se adentran junto contigo en el huracán desorbitado que únicamente les lleva a la locura. El firmamento es testigo de las almas que te llevas, que sin pena ni gloria, no encuentran el camino de regreso.
Aquí me tienes en tu playa, en tu orilla solitaria, me confundo junto al viento, me evaporo en tu saludo, que adormece mi añoranza, mi pasión, mis ganas de venganza. Inocente y acusada, de amar a otro, de entregar mi dulce niña a un demonio ya gastado, de vencerme por la ingratitud de un lacayo de otra reina, ¿que princesa fue amada y después no abandonada?, ¿que princesa en su almena, no espero que la soledad no la invadiera?....
¿Que es lo que temes, soledad? si ahora me retienes en tu playa y de tus olas no puedo librarme, pues mientras acarician mis escamas, mis piernas son ya de sirena, mi voz se ha perdido en el viento y mi llanto es un canto afónico. No puedo escapar de tus garras que me arrastran a tu óceano, azaroso y embravecido, tu alarido me hipnotiza y me invita tu alboroto. Arrogante y vanidosa, nadie escapa a tu mirada, ni la luna en su reinado, escapa a tu control, ¿que es lo que temes, soledad? si nadie te puede desafiar....

viernes, 1 de febrero de 2008

Que fué de Ginebra?

Coge su caballo majestuoso, sus crines negras navegan al viento mientras las lágrimas recorren a la amazona mientras cabalga, no mira atrás, solo cabalga y llora. Se lamenta por su ingrata recompensa, sus atalayas han sido destruidas, invoca a los dioses, les suplica por el tiempo pasado, pero sigue sin mirar atrás. Sus vígias la siguen de cerca, pero Ginebra consigue desviarles, rebuja su huida, y se esconde tras su tristeza abrazada a un saúce que como ella no deja de lastimear.
Trás enviar a su caballo de nuevo a palacio, tan solo con su montura, se cubre con su capa, roja como la pasión perdida, y camina por el tenebroso bosque, el páramo al que llega se ilumina con la diosa de la noche, y allí espera a que amanezca, apoyada sobre aquella roca. Mira a su alrededor, Lanzarote se ha marchado, ya nunca ira a buscarla. Ha perdido su reino, su corona, su majestad, ahora ya no es nadie, solo la fulana de un rey al que nunca amó y amor de un caballero que por amarla pereció.
El caballero pereció en la busqueda del camino al paraiso, su amada, su tierna y dulce amada, ya presa de otro hombre, de su rey, de aquel que le alimentaba y cobijaba, aquel al que traicionó, probando la miel del manjar más prohibido del reino, de su reina Ginebra...
Ginebra mira los alcores del amanecer, derrama sus ultimas lágrimas, Arturo ha muerto, y su caballero ha huido, nada la retiene en Camelot. Inspira profundamente una vez más, se impregna del sol, del verde y del cantar de un ruiseñor, un canto lánguido, perseguido de oscuridad, presajiando un nuevo destino.
El viento acaricia su rostro, pálido, y carcomido por el dolor, hace que su capa ondee en un adiós a un mundo descolorido, apagado e irreverente. Los hierbajos se resecan bajo sus pies descalzos, se desprende de sus joyas, de sus ropajes ya pesados por la carga de un reinado que nunca deseó, abandona allí a su reina, siempre impetuosa y libre, y ahora esclava de un hado cercado por la desgracia. Claudica por último a su amor, al energico sentimiento que llenaba de luz sus noches y sus mañanas, arrincona su corazón junto a las piedras frente al saúce, y allí entierra su alma.
Los vigías han llegado, han encontrado a la reina proscrita, y la llevan camino de su calvario. En el convento la miran de soslayo, saben quien es ella, porque ha de cumplir ahí su condena. La visten, la obligan, la castigan con sus solos pensamientos, y así día tras día, año tras año, y su caballero no la rescata. Los acólitos de su señor la vigilan una noche, y otra más, le protejerán más allá de la muerte, así lo han jurado en la mesa redonda. Ella los mira temerosa, através de sus barrotes, en su celda mientras reza, pero su caballero no la rescata. Una noche su alma se escapa, por su boca sale sin remedio ni vuelta, ve a su alrededor la soledad que durante tantos años la ha acompañado, su amiga más leal, y mientras se despide de su reina, esa que yace en un lecho sobrio y desangelado, ve a su caballero llegar, Lanzarote viene a rescatarla, envejecido y desolado, pero siempre enamorado. Su reina marcha junto a Lanzarote, quiere darle sepultura, donde pueda llorarla cada día, donde pueda amarla hasta el fin de sus días, donde pueda resarcirse de aquella huída, una huída que quiso savarla de una muerte segura y sin embargo la mató en vida.

domingo, 27 de enero de 2008

Tu barco

En una noche de hace tiempo, en una noche como otra igual, te cruzaste en mi camino, me enseñaste tu amistad. Muchas fueron las palabras, que me enseñaste a valorar, amigo, confidente, poeta y muchas otras que ya no se me olvidarán. Pasando han ido los días, los meses y los años, y tu lealtad aún hoy me demuestras, cuando mis días han pasado distraidos de tu amistad.
El destino nos ha enseñado, el triste dolor de amar, y de perder a quien amamos sin la menor oportunidad. Pero también nos ha enseñado que el tiempo no destruirá, un lazo tan fuertemente atado, el lazo de nuestra fidelidad, un lazo que nos une en la distancia, el tiempo y mucho más allá, porque para cuanto tú me necesites sabes que aquí me tendrás y sé que si me haces falta, tu ahí siempre estarás. Para ti, que te duele ver a una flor morir, porque el tiempo y la falta de agua, la han abandonado para huir. Para ti Ramón, que siempre has estado ahí.

Que tu barco siga en mi ruta, hasta el infinito sin parar,

que nunca desvíe su rumbo,por más lejos que me vaya a marchar,

y cuando cansado se te haga el viaje, en mi orilla puedas atracar,

sentarte de nuevo a mi verá y en una estrella la vida posar.

Que tu barco no se detenga, que cruce raudo mi mar,

que por muchos contratiempos, siga la estela de mi mirar,

que los piratas no logren, nunca hacerlo naufragar,

que tú, capitán de palabras, ha buen puerto has de llegar.

Que tu barco no encaye, con las rocas de un acantilado,

pues ese tesoro que traes, es mi bien más preciado,

una amistad que es eterna, que nunca se ha trastocado,

un amistad que en mi cofre para siempre yo he guardado.

Que tu barco navegue por siempre, por los sueños deseados,

y cuenten siempre conmigo, aunque nos creas separados,

que mi faro no se apaga, para que los caminos sean hallados,

que mi faro no se apaga para mis amigos amados.

sábado, 26 de enero de 2008

A Ella

Mi madre siempre ha sido muy valiente, siempre ha tenido el coraje que hacía falta para soportar una serie de circunstancias, que yo he visto a otras mujeres destruir. Ella es la gran mujer de mi mundo, la que me acompaña cada día aunque no esté cerca de mí. Ella es esa mujer en la que yo me quiero convertir, a la que envidio y a la que quiero y venero, por la que daría toda mi vida si fuese necesario.
Siempre ha estado a mi lado, siempre me ha cuidado y me ha apoyado. Ella siempre ha sido mi mejor amiga, para lo bueno y para lo malo, pase lo que pase, siempre ha estado de mi lado, siempre he ido de su mano y así seguiré mientras se me permita. A ella quiero dedicarle estas palabras, porque quizá, la situación que ahora estoy viviendo, es la que más daño la ha hecho, es la primera vez, que aunque me duela, la veo tan abatida por no poderme ayudar, y quiero que sepa, que no está en su mano sanar mi herido corazón, pero que con cada sonrisa que me regala a diario me invita a seguir hacia delante, que no quiero defraudarla y mucho menos que sufra por mis desamores, que estaré a su lado hasta que el destino así lo quiera, y más allá, porque ella me ha enseñado a ser la mujer que hoy soy, y todos mis valores son los suyos, los que me ha cedido. Se merece todo lo bonito de la vida y mucho más...

Que te puedo decir a ti, que en tu seno me llevaste, que de tu cuerpo me sacaste para cuidarme quererme y enseñarme. Que te puedo decir a ti, que siempre has limpiado mis heridas, que has secado mis lágrimas y me has enseñado lo que soy en la vida. Que puedo darte ahora que por mucho que lo intentas mis lágrimas no consigues aplacar, que cada noche te acuestas inquieta por que a tu niña el corazón le han llegado a destrozar. Que puedo darte que este en mi mano para que tus sueños se cumplan y vuelvan a verme volar. Como puedo consolar tu pena, si la mía no logro hacer callar, como demostrarte cada mañana que sigo aquí entera, que no me voy marchar, al mundo oscuro y perecedero que tu crees que me encerrará.
Como hallaré la forma de no dañarte aún más, porque la sonrisa de tu niña, se ha congelado sin más. No sufras, no padezcas, ya no lloraré más, si tu así lo deseas, no me volveré a enamorar, no haré más daño a la mujer, que un día me dio alas para volar, y alejarme de su nido, al que pensaba que jamás iba a regresar. No te aflijas madre mía, no te aflijas más, ese amor me ha destruido y tu mano es la que me ayuda a continuar, hacia un futuro, hacia un mañana, hacia un amor que quizá sea igual. Ya no llores madre mía, que muchas lágrimas te han de quedar, porque tu me enseñaste el mundo, a vivir, a caminar, pero nunca podrás enseñarme el dolor que produce amar.
Quedate aquí a mi vera, mis cabellos vuelve a acariciar, aguanta mis lamentos, mis lágrimas y mi soledad, se fuerte como siempre, que yo no te vea llorar, porque él me rompió el corazón y nada puedo hacer ya, pero se me parte el alma sabiendo que por esto tu sufres más. No más llantos escondidos, en la cocina después de cenar, no más llamadas diciendo, a mi niña no la puedo ayudar. Tu niña ha crecido y es un mujer ya, que se esconde entre tus faldas apenada si algo va mal, que se acurruca en tu regazo, como lo hizo alguna vez, y que ahora necesita verte fuerte como siempre, fuerte como ayer, regañandola con fuerza por unas lágrimas que a ningún lado la llevarán, y que por muchas que derrame no le harán regresar.
Dime mami, que puedo hacer, si cuando te veo tan triste por mi causa me lamento otra vez, dime mami, que haremos si me vuelvo a enamorar? si de nuevo este infierno, me vuelve a cautivar? Estarás de nuevo a mi lado para animarme a continuar y dejaras tus alas abiertas por si tengo que volverme a cobijar...

Ya no...


Ya no quiero recordarte, me hace dañó, me abate, me apuntilla, me apabulla, me avasalla y me derrota. Ya no quiero pensarte, sentirte ni llorarte, no quiero abismarme en un mundo sumergido en el ayer, en una vida abollada por tus hirientes palabras, ni nadar en un profundidad que cada día se hace más oscura. Ahora ya no quiero verte, besarte, abrazarte ni amarte, aunque me mienta a mi misma, ya no quiero en mi camino encontrarte.


Ya no tengo tus recuerdos, tus regalos, tus mentiras, ya no tengo nada, no me tengo ni a mi, pero tengo una caja llena de esperanza, de anhelos y de sueños, que me harán cruzar tú océano hasta la orilla más lejana, la que me ayudará a salir de tú mundo. Construí mi vida a tu alrededor, y ahora he de recobrar el equilibrio, he de renacer otra vez, una vez más. He de ponerme en jaque contra la sombra de tu rey, esa sobra larga, esa sombra de incertidumbre que me atormenta, que me condiciona aún, y salvar con mis alfiles a esta reina que su reino ha de levantar.


Ya no puedo soportarte, me da grima recordarte, olerte, soñarte. Quiero matar mi lamento, ahuyentar todo lo que por ti siento, deshacerme de tu nombre, de tu aroma que aún llevo dentro, quiero que te mudes de mi mente a un islote abandonado y que dejes ese espacio que con tanto amor se había llenado. Que se quede vacía mi mente y mi corazón abandonado, que se puedan abrir los batientes de mis ventanas y que el sol penetre de nuevo, que caliente mi cama que, ahora fría y desdichada, te ansía todavía.


Ya no encerraré más mi alma, mi espíritu y mi vida. Ya no pienso en perdonarte, ahora quiero redimir todo lo que hice al conocerte, y entre dos estrellas que me alumbren sentarme en mi cenador renaciente, y con un libro entre mis manos, tranquila, sosegada y consciente, leer la historia de un amor, que un día fue mío pero ya nunca más volverá a pertenecerme. Y cuando acabe esa novela y la cierre tras la ultima frase, decirle al mundo entero que fuiste tú quien quiso perderme.


Ya no tienes más espacio en mi universo ahora emergente, fuiste toda mi vida y mi existencia, te devuelvo el sueño que no pude hacer real, y ahora ya no eres nada, ya no...

jueves, 24 de enero de 2008

El diario


Subiré corriendo la escalera que a tu olvido me guiará, cogeré de mi cajón el diario en el que tantas veces te nombré, arrancaré cada una de las páginas y al viento se las daré, para que se llevé tu recuerdo, para que se esfume el día que te amé , para que mi razón y mi alma en pena se libren de este querer, que me esta sesgando la vida, para que te marches de una vez.

Subiré sin aliento la colina en la que una vez reiné, y volveré a ser la princesa que encontraste una vez, la princesa valiente y osada que te enamoró hasta perecer, pero no será para ti, mi tierno ser y mi querer, será para aquel soldado que en mi corazón haga renacer, una rosa que ahora espinada se marchita en todo mi ser.

No me lamentaré más por un jinete, que su montura al sol dejó resecar, que se ocultaba tras una máscara que me engañaba sin piedad. No habrá ni una sola desdicha más, por un caballero apocado que tenía miedo de amar, de un medroso e inhumano que de mi vida casi me llega a despojar.

No jinete sin monturas, no lloraré más, no derramaré más mis lágrimas por un escualo ahora mortal, te he vencido con mis manos, sin echar la vista atrás, he arrancado las páginas de mi diario y ya no regresarás. Ya no lloro, ya no sufro, ya contigo es un jamás, porque arrancando esas hojas mi alma se vuelve inmortal.

Subiré corriendo la escalera, que a tu olvido me guiará, arrancaré las páginas de mi diario que con el viento se irán, y de mi alma esta noche arranco, tu esencia, mi debilidad, y ahora se queda en blanco, el diario que pronto, con otro amor, volveré a llenar.

miércoles, 23 de enero de 2008

Adiós


Adiós, amor mío, adiós,
me lo dijeron tus ojos cuando me miraban ya sin ardor,
cuando tus manos heladas no rozan mi piel por temor,
cuando salieron de tus labios las palabras que destruirían mi amor.
Adiós, amor mío, adiós,
se rompieron mis codicias para tan bello sentimiento,
se perdieron los rubores de mis mejillas por un lamento,
se escondieron mis palabras para siempre dentro de un oscuro testamento.
Adiós, amor mío, adiós,
se acabaron ya las penas, los recuerdos, el llanto,
se ocultaron de la luna las caricias, los besos y ese dulce encantamiento,
se marcharon de mi vida todos tus deseos, que solo eran envenenamiento.
Adiós, amor mío, adiós,
te lo digo hoy sin miedo, sin temor y sin pudor,
que mi orgullo magullado suelta este desdén vanagloriado para un amor,
que sin dudas ni reparo, un día me dijo adiós, amor mío, adiós.

lunes, 21 de enero de 2008

El lago



La noche se cierra sobre mi lecho, las estrellas se esconden, ya no quieren verme llorar, se niegan a seguir conmigo este azaroso camino. He mirado a la luna y me ha vuelto la cara, tampoco quiere mirarme, no quiere ver mis ojos tiznados de tristeza por un amor que nunca fue existente, empírico, verdadero.... Camino por la negrura del bosque, arropada por mi llanto y mi afligir, un pequeño mirlo acompaña mi caminar, certero, cercano pero escondido, escolta mi lamento con el revolotear de sus alas.
El lago refleja a la diosa de la noche, pálida, atribulada, desgarradoramente sola, el universo la ha traicionado, Endimión ha desaparecido y se ha llevado sus luceros con él, le ha robado su fantasía. Me siento en la orilla y sigo mirándola con los faroles de mis ojos apagados, me ciño a su pena gemela a la mía, te has ido, me has dejado, has robado mi anhelo, mi ansia, mi deseo....
El mirlo se posa a mi vera, silencioso, cauto, no dice nada, no se mueve. El viento, céfiro, acaricia mi piel que se enardece, peina los cabellos que se van encaneciendo por cada lágrima de la que me desprendo, he decidido olvidarte, desgajarte de mis recuerdos, extraerte de mi alma, extirparte de mi vida. El lago ahogará tu reminiscencia, aquí morirá mi amor, Selene será mi testigo.
Cuanto cuesta eliminarte, cuanto cuesta olvidarte, cuanto cuesta pero lo intentaré. Lloro durante horas, mientras pienso en todos nuestros momentos, en cada época que vivimos, y las destierro sobre el cristalino espejo de agua que tengo frente a mi, el mirlo sigue quieto, sin mirarme. Mi cuerpo tiembla, miedo, pena, tristeza, desasosiego, quien sabe la causa, tiembla mientras el frío del adiós le recorre de arriba hasta abajo, lo exalta, lo convulsiona, sacando de mí tanto dolor que mi corazón se para, deja su dulce palpitar y todo se vuelve negro, mientras siguen manando las cataratas de mi amargura.
Despierto, la luna me dice adiós, mi corazón late de nuevo y el mirlo canta una bella canción al próximo amanecer, mi piel se estremece, te has ido de mi vida?, no lo sé, pero mi corazón ya no te llora, mi alma no te ansía, mi cuerpo no te desea y mi cabeza, mi cabeza ya quizá ni te recuerda.

domingo, 20 de enero de 2008

Desde que me dijiste adiós

En toda una vida, hay momentos buenos y malos, tristes y alegres, grandes y pequeños, claros y oscuros, pero sobre todo tenemos momentos importantes. Cada momento que vivimos, debemos hacerlo como si fuese el último, con esa intensidad, con esa ilusión, porque de todo se aprende algo para bien o para mal, y siempre hay que sacar algo en claro de todas esas situaciones que la vida nos prepara a diario para enfrentarnos al mundo.
El amor, es una de esas situaciones, de esas que te llevan al límite de la desesperación, de la pasión, te llevan al límite de la locura. El amor es, por lo que todos vivimos al fin y al cabo, desde niños aprendemos sin que nos enseñen, que el amor va grabado dentro de nuestro corazón, el amor a la familia, el amor a los amigos, el amor de un amante. Según avanzan los años, nos vamos dando cuenta de que el amor de un hombre, de una mujer, que comparta nuestros sueños, nuestros desvelos y esa eterna pasión que nunca dejamos de sentir, se va haciendo más importante de lo que jamás hubiésemos pensado, es entonces cuando conoces a ese alguien, al que le das todo, a quien le entregas tu corazón, alguien que cuando estás en la cumbre, un día te dice adiós llevándose con él todos esos sueños, y te enseña un nuevo infierno particular.
Despierto de entre los brazos de Morfeo, todo es bello a mi alrededor, despierto entre tus brazos, me rodean para no dejarme escapar, tu aliento acaricia mi espalda. Duermes mientras te miro soñarme, noto tu pecho junto a mi, llenando la cantara de mi amor. Cierro los ojos junto a los tuyos y me abrazo de nuevo al dulce dios de los sueños para seguir a tus pasos que me guían. Tu mano me suelta, te pierdo entre los abedules que nos rodean, el camino se vuelve azaroso, dilatado y ondulante. Me rodea un gélido viento lleno de incertidumbre, desasosiego y tristeza.
Veo tus pisadas desaparecer de mi rumbo, los colores comienzan a caer dejando el paisaje con hambre de equilibrio, los pájaros han dejado de cantar a mi alrededor, todo va cerrándose sobre sí mismo, pudriéndose. A lo lejos te despides de mí, te difuminas con los abedules, te vuelves borroso hasta desaparecer antes, de que tras echar a correr, pueda alcanzarte. Mis manos rozan tu esencia etérea ya, mi corazón palpita con intensidad, mi rostro, impávido por la sorpresa, se humedece con la niebla de mis ojos, el frío recorre mi alma congelando cada segundo que te busco sin encontrarte. Todo desaparece, solo estoy yo frente a mi misma, ante un reflejo de mi desidia y mi soledad, yo frente al mundo que me has dejado vacío, silencioso y perdido.

Despierto de entre los brazos de Morfeo con la tribulación de mi ser solitario, suprimida de la vida que tanto anhelaba, aflijida por las lágrimas que ya no me quedan para llorarte, abatida por el sufrimiento que este amor me ha dejado, miro a mi alrededor y no hay nada, cada mañana es así desde que me dijiste adiós.

sábado, 19 de enero de 2008

Esperaré



Esperaré en silencio junto a la ventana a que tu recuerdo se marche de mi lado libando las lágrimas que por derroche emanan de mis ojos mientras tus manos se enfrían sobre mi piel. Y mientras la luna ilumina cada paso que recorrimos, mi corazón se desprenderá de cada momento que le hizo latir con calidez y templanza, caminando juntos hacia un mañana que ya nunca exitirá.

Esperaré sentada junto a mi cama, que cada beso desaparezca de los labios agrietados por el llanto, palidecidos por la pena que le produce no beber nunca más el dulce néctar que un día le dieron a probar jurando que jamás bebería néctar más dulce. Borraré de mis dedos las huellas de las caricias que un día fueron tuyas, de mis manos suaves se irán también los anhelos de volver a acariciarte por más que sufra su piel, ajada y seca por la desesperanza de un cuerpo y unas manos que antaño las correspondían con recíprocas muestras de pasión.

Esperaré temerosa y esperanzada a que un nuevo amor llame a mi puerta, aquella que se cerró con un portazo, la que con siete llaves permanece hermética tras la despedida que la llenó de oscuridad para siempre, y allí esperaré taciturna, para abrirla con la luz de un nuevo sueño que llene de ilusión y de dicha mi pequeño mundo de cristal, ahora hecho trizas pero dispuesto a ensalzarse de nuevo sobre la colina más bella y más alta. Y allí, cuando el sol deslumbre mi amanecer, mi nuevo renacer, cuando mis ojos ya no tengan lágrimas para llorarte, allí te olvidaré y te desterrare de mi existencia.

Esperaré sentada o esperaré de pie, pero siempre esperaré algo mejor de este mundo, de esta vida, de este amor.... Esperaré llorando mucho tiempo, pero acabado ese tiempo, ya no te esperaré.

Tengo escondido


Tengo escondido en mi alma,
un amor temeroso,
que me despierta cada día con el anhelo de ser recuperado,
y que cada noche se duerme herido, perdido y lloroso.
Tengo escondido en mi corazón,
un recuerdo para cada beso,
recuerdos que me queman el alma y se deshacen por dentro,
recuerdos que cada noche me hacen perder la razón.
Tengo escondida en mis ojos,
tu última mirada,
esa que destruyó mi reino construido cuando tuya era mi vida,
y en la que ahora solo queda una escombrera solitaria y oscurecida.
Tengo escondido en mi cuerpo,
cada roce de tu piel,
la que me amaba cada noche dulce como la miel,
la que ahora solo ha dejado un sabor amargo, sabor a hiel.
Tengo escondido en mi armario,
mi alma envuelta en dolor,
mi corazón guardado entre espinas
y mi vida doblada en un cajón.

viernes, 18 de enero de 2008

Como se acaba el amor?



Como se acaba el amor? Si no has dejado de mirarme, abrazarme, besarme y amarme ni un solo minuto.

Como se acaba el amor? Si tu mano ha seguido guiando a la mía en cada paso que hemos dado juntos.

Como se acaba el amor? Si siento en mi piel la pasión que tus dedos le dedican y que en tus ojos noto.

Como se acaba el amor? Si me dices que me quieres justo antes de decirme adiós.

Como se acaba el amor? Si no quieres que me vaya pero aún así me dejas marchar.

Como se acaba el amor? Si en tus palabras me sigues nombrando como si no me hubiese ido.

Como se acaba el amor? Si noto que tiemblas de emoción todavía con cada palabra, que aún siendo dura, te dedico.

Dime, como se acaba un amor que jamás se fisuró, que jamás sufrió, que jamás quiso decir adiós pero que hoy se ha ido?...

jueves, 17 de enero de 2008

Perséfone, Diosa de todo... Diosa de nada

Perséfone, en la mitología griega, era la hija de Zeus, padre de los Dioses, y Deméter, diosa de la fecundidad, de la tierra y la agricultura, símbolo de esa fecundidad que ella llevaba consigo. Vivía en un bosque lejano, en cuyos lindes se abría la espesura, rodeada de otras ninfas como ella, hijas de dioses o de dios y mortal. Con ellas jugaba y se crió, siempre bajo la vigilancia de su madre, que era toda ternura con su pequeña hija.
Perséfone creció feliz entre juegos, risas, cantos y bailes. Pero no todo podía ser hermoso (¿qué historia no tiene mezcla de risas y lágrimas?) y resultó que un día en que Hades, señor de los infiernos, se encontraba paseando por los límites de sus terrenos, se acercó demasiado a esa espesura en la que acababa el bosque, hogar de Perséfone. La vio, teniendo todo lo que él no tenía, esa gracia, esa vitalidad... y se enamoró, insistiendo en casarse con ella. En este punto, las historias se mezclan, hay quien dice que Zeus, el padre, no queriendo tener problemas con el amo de los infiernos, dio su consentimiento a la boda, sin dejarse ablandar por las súplicas de Deméter o las lágrimas de su hija. Otros cuentan que fue el propio Hades el que acabó urdiendo un plan por el que su amada bajaría a su reino, ya que él no podía abandonarlo. Y fue así que encantó una de esas flores que tanto le gustaban a la protagonista de nuestra historia, así que cuando ella se acercó un día que recogía flores para hacer una diadema, la flor encantada la engulló haciéndola descender al hogar de Hades.
Fueron días muy duros para Perséfone, que vio desaparecer todo aquello que amaba: las flores, el verdor del césped, las gotas de rocío con las que lavaba su cara al salir el sol... Al principio se mostró reticente incluso a entablar ninguna conversación con Hades, y se escondió en su mundo de recuerdos, pero según pasaban los días el enfado y la negación dieron paso a una resignación triste. Hades había ya dispuesto todo para su boda, y llegado el día, Perséfone, ya sin lágrimas por todo lo que había llorado, dio el "sí, quiero", a su raptor. Algunos dicen que debería haber aguantado más... pero a veces la desesperanza es el peor de nuestros enemigos.
Mientras tanto, Deméter buscaba a su hija desesperadamente. Durante 9 días y 9 noches recorrió cada rincón de la tierra buscándola, hasta que el décimo día, el Sol, que todo lo ve, decidió contarle lo que había visto, la joven recogiendo flores y la tierra engulléndola. Deméter enfureció y dejó la tierra, que sin su presencia se quedó estéril y vacía, nada crecía ya en ella.
Marchó a hablar con Zeus para que le exigiese a Hades que devolviera a la muchacha. Pero cuando Zeus iba a tomar cartas en el asunto era demasiado tarde y ya Perséfone se había casado con Hades, comiendo perlas de una granada en el pequeño banquete que hubo tras la boda, sin saber que la granada es la fruta del inframundo, que la retendría allí para siempre.
Pero todo esto no arredró a Deméter, que acabó bajando por su propio pie al mismo Infierno, tras cruzar la laguna Estigia, y sin temer al perro Cancerbero, fiel seguidor de Hades y guardián de las puertas infernales. Y allí, frente a frente con Hades, repitió su intención de recuperar a su hija y de permanecer en el infierno hasta que ella regresara a la tierra con ella.
Viendo Zeus que la tierra agonizaba sin Deméter en ella, que las flores se negaban a crecer, los pastos amarilleaban y hasta los animales dejaban de tener crías, se puso esta vez de parte de Deméter, y así acabaron llegando a un acuerdo con Hades. Perséfone pasaría medio año con él en el mundo de los muertos, y el otro medio con su madre, bajo el sol, y esta solución intermedia fue la que finalmente aceptaron todos, llegando Perséfone a reinar junto a Hades, y se cuenta que a interceder por los vivos en más de una ocasión, la mitad del año en que vivían juntos.

Es por esto por lo que la mitad del año, todo florece y llega la primavera, personificada en Perséfone, y la otra mitad, aquella en que vuelve al hogar de Hades, llega el frío, las lluvias y las nieves, ya que ella ha marchado y su madre la extraña y llora, regando los campos con nieve y hielo. Y así es como nosotros, los humanos, tan lejos de dioses, diosas y héroes, acabamos recibiendo las consecuencias de sus actos, siendo esta vez la secuencia de estaciones lo que nos llega de toda esta historia.
Otra de las muchas leyendas, todas por enteras similares, dice que Perséfone, tras haberse resignado a su destino junto a Hades, ayudó a Afrodita cuidando de un bebé es ésta habia encontrado entre las maderas del tronco de un arbusto de mirra. Al crecer, aquel muchacho era tan bello que Perséfone se enamoró de él, las diosas mismas se lo disputaban. Y un juicio divino estableció que Afrodita y Perséfone lo poseyeran cada una un tercio del año y que el tercio restante quedase de libre disposición para Adonis, quién decidió pasar aquel tiempo también con la bella Afrodita. Pero aquella felicidad duró poco, porque un jabalí despedazó al joven durante una cacería. Aquel jabalí fue enviado por el dios Ares, amante celoso de Afrodita. Cuentan que Perséfone, encolerizada por los celos de que pasase más tiempo con Afrodita, y el mismo sufrimiento de tener que compartirle, hizo acercarse hasta Ares para contarle la traición de Afrodita, enviando así al jabalí que acabó con la vida del bello joven. Su diosa amada y sus devotos le lloraron y vivieron las pruebas palpables de su resurrección en varias especies de flores de vida efímera que se plantaban en tiestos de barro dispuestos en jardines que le estaban dedicados.