domingo, 3 de febrero de 2008

Soledad


¿Que es lo que temes, soledad? si a tus pies me tienes postrada mientras los diamantes esculpidos en la negrura del empíreo cubren mi llanto callado, apagado en tu silencio. No temas, que no huiré de tu abrazo pertubador, que mece mi pena ahora tranquila, que emboza mis labios ya secos de palabras perdidas en la cascada de un pasado hundido en la laguna de los sueños no cumplidos y custodiados por tu mano fría.
No temas, soledad, pues jamás vi bestia más desafiante ni ambiciosa, ni tan capaz de hacerse con tantos corazones perdidos en un páramo ténue, receloso y desprovisto de toda esperanza. ¿Quien escapa a tu control?, siempre atenta, siempre cercana, siempre con esa premura ante la infortunada rotura de la flecha de Eros, presta e impávida para sembrar ira en las almas atormentadas, que solo buscan perderse en tu noche.
Bestia inmunda, desoladora y aterradora, todos te temen pero ninguno te abandona, presos de tus garras se adentran en la playa del olvido y la tristeza, a veces su compañera, pero siempre su enemiga. Enigma maldito de las almas, que desesperadas nadan en un mar de dudas y dolores, con delfines de amargura por únicos compañeros, que se adentran junto contigo en el huracán desorbitado que únicamente les lleva a la locura. El firmamento es testigo de las almas que te llevas, que sin pena ni gloria, no encuentran el camino de regreso.
Aquí me tienes en tu playa, en tu orilla solitaria, me confundo junto al viento, me evaporo en tu saludo, que adormece mi añoranza, mi pasión, mis ganas de venganza. Inocente y acusada, de amar a otro, de entregar mi dulce niña a un demonio ya gastado, de vencerme por la ingratitud de un lacayo de otra reina, ¿que princesa fue amada y después no abandonada?, ¿que princesa en su almena, no espero que la soledad no la invadiera?....
¿Que es lo que temes, soledad? si ahora me retienes en tu playa y de tus olas no puedo librarme, pues mientras acarician mis escamas, mis piernas son ya de sirena, mi voz se ha perdido en el viento y mi llanto es un canto afónico. No puedo escapar de tus garras que me arrastran a tu óceano, azaroso y embravecido, tu alarido me hipnotiza y me invita tu alboroto. Arrogante y vanidosa, nadie escapa a tu mirada, ni la luna en su reinado, escapa a tu control, ¿que es lo que temes, soledad? si nadie te puede desafiar....

1 comentario:

  1. Para alguien preso en las garras de la soledad, ha sido terriblemente amargo este relato, mi señora.
    Me he sentido completamente identificado con cada una de tus palabras, pues para mí, la soledad es mi cruel compañera, mi enemiga como tú la nombras.
    Realmente cualquier batalla que se libra contra ella es desalentadora, porque sus armas son poderosas, ya que atacan a nuestra alma. La soledad es algo terrible, una cruel condena y desafiarla es en vano, porque vuelve una y otra vez.
    Sin embargo, creo sinceramente que se la puede vencer y que gratas compañías nos alejan de su frío manto. Yo por ejemplo me siento menos solo cuando estoy contigo, Mónica o cuando tengo la dicha de poder disfrutar del eco de las voces que amo o quiero.
    Sin embargo, a pesar de familiares o amigos, la falta de amor provoca la peor de las soledades y eso es que lo sufrimo hoy día tú y yo, mi querida amiga.
    Es muy duro acostumbrarse a alguien, amar a alguien y de repente verse despojado de la luz de esos ojos que nos guiaban.
    Yo mejor que nadie lo sé, pues llevo sufriendo el destierro más de un año y todavía sigo preso de estas traicioneras arenas movedizas, que me hunden el espíritu.
    Tu relato es bellísimo, Mónica, porque toca la fibra sensible de todos nosotros, porque nos expone a la realidad que muchas veces tenemos que afrontar y porque con tu estilo, desgarrador y lleno de metáforas, nos abres las puertas del mundo, del cielo y del infierno, de lo que somos para bien o para mal.
    Cada vez que te leo me convierto más y más en tu ferviente admirador, porque escribes como me gustaría hacerlo a mí, sin temor a poner el dedo en la llaga y expresándote con una belleza maravillosa y única.
    La soledad es hoy menos terrible para mí gracias a tu relato, porque quiero escapar de sus garras y porque llegará un día, en el que ella sí que me temerá, porque habré huido de su regazo.
    Al igual que tú, hechicera de las palabras, porque sé que no te convertiras en una sirena en sus aguas, sino que escaparás de ellas, buscando refugio en benefactores puertos, que te devolverán la sonrisa.
    Hay cura para la soledad, hay esperanza más allá de ella, la cual reside en la complicidad de dos almas que se encuentran, en el latido que comparten dos corazones, en la magia de dos miradas que se cruzan.
    Lo que nos toca ahora Mónica es esperar y tener paciencia, para que las flechas se recompongan y para que una vez lanzadas de nuevo, nos alcancen profundamente en nuestro espíritu.
    Es un honor leeros y un auténtico privilegio poder presumir de ser alguien cercano a ti.
    No cambies nunca Geneva y que nadie te robe tu magia, ni tampoco tu sonrisa.
    Un beso fuerte y cuídate mucho.
    Tu amigo que te quiere por siempre jamás.
    Ramón M.M.

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