domingo, 20 de enero de 2008

Desde que me dijiste adiós

En toda una vida, hay momentos buenos y malos, tristes y alegres, grandes y pequeños, claros y oscuros, pero sobre todo tenemos momentos importantes. Cada momento que vivimos, debemos hacerlo como si fuese el último, con esa intensidad, con esa ilusión, porque de todo se aprende algo para bien o para mal, y siempre hay que sacar algo en claro de todas esas situaciones que la vida nos prepara a diario para enfrentarnos al mundo.
El amor, es una de esas situaciones, de esas que te llevan al límite de la desesperación, de la pasión, te llevan al límite de la locura. El amor es, por lo que todos vivimos al fin y al cabo, desde niños aprendemos sin que nos enseñen, que el amor va grabado dentro de nuestro corazón, el amor a la familia, el amor a los amigos, el amor de un amante. Según avanzan los años, nos vamos dando cuenta de que el amor de un hombre, de una mujer, que comparta nuestros sueños, nuestros desvelos y esa eterna pasión que nunca dejamos de sentir, se va haciendo más importante de lo que jamás hubiésemos pensado, es entonces cuando conoces a ese alguien, al que le das todo, a quien le entregas tu corazón, alguien que cuando estás en la cumbre, un día te dice adiós llevándose con él todos esos sueños, y te enseña un nuevo infierno particular.
Despierto de entre los brazos de Morfeo, todo es bello a mi alrededor, despierto entre tus brazos, me rodean para no dejarme escapar, tu aliento acaricia mi espalda. Duermes mientras te miro soñarme, noto tu pecho junto a mi, llenando la cantara de mi amor. Cierro los ojos junto a los tuyos y me abrazo de nuevo al dulce dios de los sueños para seguir a tus pasos que me guían. Tu mano me suelta, te pierdo entre los abedules que nos rodean, el camino se vuelve azaroso, dilatado y ondulante. Me rodea un gélido viento lleno de incertidumbre, desasosiego y tristeza.
Veo tus pisadas desaparecer de mi rumbo, los colores comienzan a caer dejando el paisaje con hambre de equilibrio, los pájaros han dejado de cantar a mi alrededor, todo va cerrándose sobre sí mismo, pudriéndose. A lo lejos te despides de mí, te difuminas con los abedules, te vuelves borroso hasta desaparecer antes, de que tras echar a correr, pueda alcanzarte. Mis manos rozan tu esencia etérea ya, mi corazón palpita con intensidad, mi rostro, impávido por la sorpresa, se humedece con la niebla de mis ojos, el frío recorre mi alma congelando cada segundo que te busco sin encontrarte. Todo desaparece, solo estoy yo frente a mi misma, ante un reflejo de mi desidia y mi soledad, yo frente al mundo que me has dejado vacío, silencioso y perdido.

Despierto de entre los brazos de Morfeo con la tribulación de mi ser solitario, suprimida de la vida que tanto anhelaba, aflijida por las lágrimas que ya no me quedan para llorarte, abatida por el sufrimiento que este amor me ha dejado, miro a mi alrededor y no hay nada, cada mañana es así desde que me dijiste adiós.

2 comentarios:

  1. Me empiezo a quedar sin palabras para definir lo que me hacen sentir tus escritos, la belleza de tu prosa. Sin duda tienes un gran talento y ya veo que has superado el reto con nota. Yo todavía lo tengo pendiente, aunque creo que me ganarás por goleada, así que este particular derby, lo ganará la reina Ginebra. Pero más allá de retos, lo que es evidente que en la junga de un espacio en blanco, tú te mueves con una gran soltura y no te tiembla el pulso. Mi enhorabuena por ello.

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  2. Pues sí, estaba yo en lo cierto y tu parte del reto también es muy bella. Gran idea eso del reto.

    Y vaya facilidad de palabra tienes tú también. ¡¡Qué envidia me dais!! Jajajaja.

    Hasta la próxima!

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