jueves, 17 de enero de 2008

Perséfone, Diosa de todo... Diosa de nada

Perséfone, en la mitología griega, era la hija de Zeus, padre de los Dioses, y Deméter, diosa de la fecundidad, de la tierra y la agricultura, símbolo de esa fecundidad que ella llevaba consigo. Vivía en un bosque lejano, en cuyos lindes se abría la espesura, rodeada de otras ninfas como ella, hijas de dioses o de dios y mortal. Con ellas jugaba y se crió, siempre bajo la vigilancia de su madre, que era toda ternura con su pequeña hija.
Perséfone creció feliz entre juegos, risas, cantos y bailes. Pero no todo podía ser hermoso (¿qué historia no tiene mezcla de risas y lágrimas?) y resultó que un día en que Hades, señor de los infiernos, se encontraba paseando por los límites de sus terrenos, se acercó demasiado a esa espesura en la que acababa el bosque, hogar de Perséfone. La vio, teniendo todo lo que él no tenía, esa gracia, esa vitalidad... y se enamoró, insistiendo en casarse con ella. En este punto, las historias se mezclan, hay quien dice que Zeus, el padre, no queriendo tener problemas con el amo de los infiernos, dio su consentimiento a la boda, sin dejarse ablandar por las súplicas de Deméter o las lágrimas de su hija. Otros cuentan que fue el propio Hades el que acabó urdiendo un plan por el que su amada bajaría a su reino, ya que él no podía abandonarlo. Y fue así que encantó una de esas flores que tanto le gustaban a la protagonista de nuestra historia, así que cuando ella se acercó un día que recogía flores para hacer una diadema, la flor encantada la engulló haciéndola descender al hogar de Hades.
Fueron días muy duros para Perséfone, que vio desaparecer todo aquello que amaba: las flores, el verdor del césped, las gotas de rocío con las que lavaba su cara al salir el sol... Al principio se mostró reticente incluso a entablar ninguna conversación con Hades, y se escondió en su mundo de recuerdos, pero según pasaban los días el enfado y la negación dieron paso a una resignación triste. Hades había ya dispuesto todo para su boda, y llegado el día, Perséfone, ya sin lágrimas por todo lo que había llorado, dio el "sí, quiero", a su raptor. Algunos dicen que debería haber aguantado más... pero a veces la desesperanza es el peor de nuestros enemigos.
Mientras tanto, Deméter buscaba a su hija desesperadamente. Durante 9 días y 9 noches recorrió cada rincón de la tierra buscándola, hasta que el décimo día, el Sol, que todo lo ve, decidió contarle lo que había visto, la joven recogiendo flores y la tierra engulléndola. Deméter enfureció y dejó la tierra, que sin su presencia se quedó estéril y vacía, nada crecía ya en ella.
Marchó a hablar con Zeus para que le exigiese a Hades que devolviera a la muchacha. Pero cuando Zeus iba a tomar cartas en el asunto era demasiado tarde y ya Perséfone se había casado con Hades, comiendo perlas de una granada en el pequeño banquete que hubo tras la boda, sin saber que la granada es la fruta del inframundo, que la retendría allí para siempre.
Pero todo esto no arredró a Deméter, que acabó bajando por su propio pie al mismo Infierno, tras cruzar la laguna Estigia, y sin temer al perro Cancerbero, fiel seguidor de Hades y guardián de las puertas infernales. Y allí, frente a frente con Hades, repitió su intención de recuperar a su hija y de permanecer en el infierno hasta que ella regresara a la tierra con ella.
Viendo Zeus que la tierra agonizaba sin Deméter en ella, que las flores se negaban a crecer, los pastos amarilleaban y hasta los animales dejaban de tener crías, se puso esta vez de parte de Deméter, y así acabaron llegando a un acuerdo con Hades. Perséfone pasaría medio año con él en el mundo de los muertos, y el otro medio con su madre, bajo el sol, y esta solución intermedia fue la que finalmente aceptaron todos, llegando Perséfone a reinar junto a Hades, y se cuenta que a interceder por los vivos en más de una ocasión, la mitad del año en que vivían juntos.

Es por esto por lo que la mitad del año, todo florece y llega la primavera, personificada en Perséfone, y la otra mitad, aquella en que vuelve al hogar de Hades, llega el frío, las lluvias y las nieves, ya que ella ha marchado y su madre la extraña y llora, regando los campos con nieve y hielo. Y así es como nosotros, los humanos, tan lejos de dioses, diosas y héroes, acabamos recibiendo las consecuencias de sus actos, siendo esta vez la secuencia de estaciones lo que nos llega de toda esta historia.
Otra de las muchas leyendas, todas por enteras similares, dice que Perséfone, tras haberse resignado a su destino junto a Hades, ayudó a Afrodita cuidando de un bebé es ésta habia encontrado entre las maderas del tronco de un arbusto de mirra. Al crecer, aquel muchacho era tan bello que Perséfone se enamoró de él, las diosas mismas se lo disputaban. Y un juicio divino estableció que Afrodita y Perséfone lo poseyeran cada una un tercio del año y que el tercio restante quedase de libre disposición para Adonis, quién decidió pasar aquel tiempo también con la bella Afrodita. Pero aquella felicidad duró poco, porque un jabalí despedazó al joven durante una cacería. Aquel jabalí fue enviado por el dios Ares, amante celoso de Afrodita. Cuentan que Perséfone, encolerizada por los celos de que pasase más tiempo con Afrodita, y el mismo sufrimiento de tener que compartirle, hizo acercarse hasta Ares para contarle la traición de Afrodita, enviando así al jabalí que acabó con la vida del bello joven. Su diosa amada y sus devotos le lloraron y vivieron las pruebas palpables de su resurrección en varias especies de flores de vida efímera que se plantaban en tiestos de barro dispuestos en jardines que le estaban dedicados.

2 comentarios:

  1. ¡Hola querida Geneva!, me he llevado una sorpresa muy agradable al ver que has empezado este blog y por ello, te escribo para animarte a que nos deleites a todos con tu prosa. Sé de sobra lo que te gusta la leyenda de Perséfone, con la que te sientes muy identificada, por lo que espero que pronto tú también encuentres tu lugar en el mundo, para que en tu vida, siempre reine la primavera. Un beso muy fuerte y a trabajar a partir de ahora en el blog para enriquecerlo en tus ratos libres. Mucho ánimo, preciosa.

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  2. Si todo fuera oscuridad nada crecería, si todo fuera luz, todo quedaría escaldado. Lo interesante es conformar como un pliegue, una moldura, a donde incide la luz, y hay partes que están iluminadas, otras que están en tinieblas, y otras en semisombras. Creo que Perséfone es de estas últimas.

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